CHARLES ROBERT DARWIN WEDGEWOOD

200 años de su nacimiento (12 de febrero 1809 a 19 de abril de 1882)
“Hay que actuar y asentar la mirada donde los demás pasan la vista distraída” Jersey Topolsky
Un hombre sólo comparable con Aristarco de Samos en el siglo IV y V a.C. y Copérnico en el siglo XVI con su teoría Heliocéntrica, pero ¿Qué hace qué Charles Darwin, se nos presente tan contemporáneo aún, después de doscientos años de su nacimiento? Nació el 12 de febrero de 1809, en una familia de buena posición, su padre Waring Darwin, era un médico aventajado al igual que su abuelo Erasmus Darwin; que además de la medicina cultivaba la poesía; controvertido para su época, pero el tiempo hizo que triunfara por sobre sus enemigos que destrozaron su visión del desarrollo de la vida en el mundo en “Zoonomia, or the Laws of Organic Life” (Zoonomia, o los Derechos o las leyes de Vida Orgánica) visos de una teoría que desarrollaría años más tarde su nieto Charles. La madre de Charles, Susannah Wedgewood, gozaba de gran habilidad artística, inventiva y sentido práctico, así como una gran firmeza de carácter. Wedgewood murió cuando él tenía ocho años y la mayor de seis hermanos, se ocupó del cuidado y la educación familiar. Se educó en la escuela local de Shrewsbury hasta 1825, y con el paso de los años recordó su experiencia allí como “lo peor que pudo sucederle a su desarrollo intelectual”, pero tenía este comentario una clara ironía para aquellos que fueron los más férreos detractores de sus teorías. Ya desde la infancia dio muestras de un gusto por la historia natural que él consideró innato y, en especial, de una gran afición por coleccionar cosas, una pasión que le produce ser un naturalista sistemático, un experto. Darwin, estudio cortamente medicina “obligado por la tradición familiar” en la Universidad de Edinburgh, donde sólo aprobó materias de química y biología. En 1827, su padre sin saber que hacer, ante los sucesos académicos, lo incita a ingresar a la universidad de Cambridge para convertirse en un ministro de la iglesia de Inglaterra. Lo que no deja de ser una gran paradoja de la vida, ya que después, son estos mismos quienes intentan devastar sus teorías. Allí conoció al geólogo Adam Sedgwick, y el naturista John Stevens Henslow. Este último, no solamente le ayudó a tomar sus propias decisiones, sino que también instruyó a Charles a ser un observador metódico y esmerado de los fenómenos naturales y de las especies. Darwin de 22 años fue recomendado por J. Henslow al capitán Fitz-Roy, abordo del barco inglés de investigación H.M.S. Beagle en 1831 y recorrió lugares como Brasil, la costa Patagónica, Cruzó el Estrecho de Magallanes, Valparaíso, Puerto Viejo (lugar donde se embarcó el joven Darwin de sus periplos por nuestra Atacama y Coquimbo), Perú y las Islas Galápagos. Continuó por Nueva Zelanda, Tahití, Australia, Ciudad del Cabo. Durante aquella travesía coleccionó objetos y anotó datos de carácter geológico, zoológico y botánico en los que se inspiró para formular sus puntos de vista. Regresó a Inglaterra el 2 de octubre de 1836. Sesenta y cinco años después, en su autobiografía nos revela: “El viaje del Beagle ha sido, con mucho, el acontecimiento más importante de mi vida y el que ha determinado mi carrera entera.” Se estableció en Londres en 1837 y trabajó de la redacción de su diario de viaje y en el estudio sobre los arrecifes de coral. La observación de las similitudes de la fauna y la flora de las islas Galápagos con las de América del Sur hizo renunciar a Darwin a la concepción de las especies como entidades fijas y conceder la de su evolución. Darwin era amable, aunque un poco solitario lo que le permitió realizar una inmensa labor. Durante veinte años, Darwin eludió hacer públicas sus ideas, pero en 1858, al tener conocimiento de que A.R. Wallace había llegado independientemente a unas conclusiones similares a las suyas, accedió a la presentación de un trabajo suscrito por ambos ante la Linnean Society de Londres. Trece meses más tarde, en 1859 vio la luz su obra El “Origen de las Especies”, inmediatamente se agotó una cifra no inferior a 1500 ejemplares y la semana siguiente otros 3000. El éxito no tiene nada que ver con la información filosófica y teológica que se le proporcionó al libro; más bien, se debe a la sencillez del estilo que hacía ocultar la dificultad del texto, y los problemas de la historia natural. Las opiniones más despiadadas fueron publicadas de inmediato en afiches, diarios, volantes y todo objeto que permitiera la masiva circulación, pero nada avanzaba como la obra del naturalista. Algunos biólogos adujeron que Darwin no podía probar su hipótesis. Otros criticaron su concepto de variación, pero esta discusión en concreto no encontró respuesta hasta el nacimiento de la genética moderna a comienzos del siglo veinte (Leyes de Mendel). A pesar de todo el cuestionamiento de sus pares, las ofensivas más terribles a las ideas de Charles Darwin no provenían de los científicos, sino de sus oponentes religiosos, los hombres provenían de creación divina y no les parecía colocarlos al mismo nivel que el de los animales. Todo lo dicho por el naturalista constituía una peligrosa tarea para la teología ortodoxa. Las diferentes teorías y libros como los de Alexander Von Humboldt y especialmente la teoría de Thomas Malthus, inspiraron a Darwin en las ideas que tanta controversia causan aún, también dan origen a tantos mal entendidos que se forjan alrededor del naturalista, como por ejemplo, el siglo XX vivió gran parte de duros enfrentamientos armados y sociales donde la lucha por la existencias y supervivencia del más apto, se aplicaba y aplica en el terreno social que aborda el racismo más nocivo, donde todo aquel que posea alguna discapacidad de adaptación social, ya sea física , mental y otras es suficiente para justificar su eliminación. Es injusto culpar a Charles Darwin de semejantes ideas, además de una tremenda falta de precisión en el estudio de las teorías. Darwin ante los dañinos momentos a causa de los furibundos ataques en su contra y de su familia, escribió a un amigo: “Que hechos lamentables produce la búsqueda ardorosa de la fama; el solo amor de la verdad, nunca haría que un hombre atacara a otro amargamente” Carlos Marx, envió la edición francesa del libro El Capital, y en un respuesta, más que evasiva, Darwin decía no ser más que un biólogo, que no entendía nada de esos asuntos. Hecho muy significativo ya que nunca recibía un libro sin responder cordialmente. Marx le escribió de nuevo en 1880, pidiéndole que revisara los capítulos XII y XVIII de la edición inglesa que se apoya sobre su obra. Darwin rehusó, valiéndose de su estado de salud. Darwin, el 16 de Abril de 1882, comento a sus familiares que no tenía el menor miedo de morir. A las cuatro de la tarde perdió el conocimiento y falleció. El revuelo social no se dejó esperar y fue enterrado paradójicamente en la Abadía de Westminster y no en Down donde vivió por largos años, y como la familia deseaba. ATACAMA POR CHARLES DARWIN WEDGEWOOD (Extractos de los relatos) 27 de abril de 1835.-“Salgo para Coquimbo desde donde tengo intención de ir a visitar a Guasco y más tarde a Copiapó, punto en que el capitán Fitz-Roy ha tenido la bondad de ofrecerme que irá a buscarme. La distancia en línea recta, a lo largo de la costa, no es más que 420 millas (675 kilómetros); pero las muchas vueltas que me pro¬pongo dar harán el viaje mucho más largo. Compro cuatro caballos y dos mulos; éstos últimos para que alternativamente lleven equipaje. Los seis animales me cuestan en junto 625 francos, y al llegar a Copiapó los vuelvo a vender en 575.” 2 de junio.-“Salimos para el valle de Guasco siguiendo el camino que bordea el mar, menos desierto que el interior, nos han dicho. La primera etapa termina en una casa solitaria llamada Hierba Buena, donde encontramos pasto para los caballos.” “…Al atravesar estos desiertos se experimenta lo que debía sentir un prisionero encerrado en oscura cárcel: se aspira cerca de un poco de verde y se querría poder respirar un poco de humedad.” 3 de junio.- “De Hierba Buena a Carizal.- En las primeras horas del día atravesamos un desierto montañoso y pedregosísimo, después una llanura prolongada, cubierta por espesa capa de arena; donde hay muchas conchas marinas rotas. Hay muy poca agua y salobre; toda la región desde la costa hasta la cordillera es un desierto completamente des¬habitado. No he encontrado vestigios numerosos más que de un animal; las conchas de un bulimus reunidas en cantidades extraordinarias en los sitios más secos.” 4 de junio.- “De Carizal a Sauce.- “…Dos días pasamos en Freyrina. Cuatro pueblecillos hay en el valle de Guasco. A la entrada del valle está el puerto, lugar desierto por completo y sin agua dulce en sus inmediaciones. Cinco leguas más arriba, Freyrina, gran población cuyas casas encaladas se diseminan por todas partes. Diez leguas más arriba, todavía en el valle, Ballenar; y, por último, Guasco alto, pueblo muy afamado por sus frutas secas. En un día bueno, ofrece este valle un soberbio golpe de vista: en el fondo la cordillera nevada; a los lados innumerables valles transversales que acaban por confundirse en un esfumado admirable; en primer término, se levantan unas sobre otras originales terrazas como las gradas de gigantesca escalera; y, sobre todo, el contraste del valle, tan verde, adornado de numerosos bosquecillos de sauces, con las estériles colinas que lo cierran por ambos lados. No es difícil comprender la esterilidad de los alrededores, sabiendo que no ha caído una sola gota de agua hace trece meses. Se enteran los habitantes con envidia de que ha llovido en Coquimbo: vigilan con mucho detalle el estado del cielo y tienen alguna esperanza de análoga fortuna; lo cual se realizó quince días después, en ocasión de hallarme yo en Copiapó, cuyos habitantes no hablaban de otra cosa que de la lluvia que habían logrado en Guasco. Después de dos o tres años de sequía, durante los cuales no llueve más que una sola vez, viene, por lo común, un año lluvioso; pero esas lluvias abundantes hacen más daño que las sequías. Se desbordan los ríos y cubren de grava y arena las estrechas fajas de terreno que se pueden cultivar, destruyendo además las obras de encauzamiento de los riegos. Hace tres años ocasionaron daños muy grandes las abundantes lluvias.” 8 de junio.-Vamos a visitar a Ballenar, llamado así por la villa de Ballenagh, de Irlanda, patria de la familia de O'Higgins que bajo el dominio español dio presidentes y generales a Chile. Las montañas rocosas que limitan el valle están tapadas por las nubes; por lo cual y por los llanos con terrazas se parece al valle de Santa Cruz en Patagonia. Pasamos un día en Ballenar, y salimos el 10 para alcanzar la parte superior del valle de Copiapó. Atravesamos un país que no tiene interés ninguno. Me canso de usar las voces desierto y estéril; y advierto que no hay que confundir los términos; que sólo se emplean en calidad de grados de comparación. Siempre los he aplicado a las llanuras de la Patagonia, y después de todo, se encuentran en aquellos llanos, espinos y algunas zarzas e hierbas, y podría decirse que eran fértiles comparándolos con los de Chile septentrional. 11 de junio.- “Caminamos sin detenernos por espacio de doce horas y llegamos por fin a una antigua fábrica de fundición donde encontramos agua y leña; pero nada tampoco para los caballos. Hemos atravesado muchas colinas; el espectáculo era muy interesante por el variado color de las montañas que a lo lejos distinguimos. Da lástima ver brillar el sol constantemente en un país tan estéril; un tiempo tan hermoso debería ir siempre acompañado de tierras cultivadas y lindos jardines. Al siguiente día llegamos al valle de Copiapó…” "… Este año está el río muy lleno; en el lugar en que nos encontramos, la parte más alta del valle, llega el agua al vientre de un caballo, y tiene el río 15 metros de ancho, siendo, además, rápida su corriente. Pero a medida que se baja, penetrando en el valle, se hace cada vez menor el volumen de agua hasta que el río desaparece; en un período de treinta años no ha vertido este río una sola gota de agua en el mar. Los habitantes se preocupan sobre todo del tiempo que hace en la cordillera, porque una buena nevada allí les asegura agua para el año siguiente, lo cual tiene para ellos muchas más importancia que la lluvia, puesto que cuando llueve, lo que no ocurre más que una vez cada dos ó tres años, aun cuando resulte ventajoso porque las bestias encuentran pastos enseguida, no se libra el país de la desolación que en él reina si no cae nieve en los Andes.” ”… Dícese que tiene el valle 12.000 habitantes; pero el producto de los cultivos no basta apenas para alimentarlos más de tres meses del año, teniendo que proveerse de Valparaíso y del sur. Antes del descubrimiento de las famosas minas de plata de Chanuncillo, la villa de Copiapó, que cada día estaba más miserable, tendía a desaparecer; pero hoy está muy floreciente y ha sido reconstruida después de un terremoto que la había derruido. El valle de Copiapó, sencilla cinta verde en medio de un desierto, se extiende en dirección al sur; tiene, pues, longitud extraordinaria. Los valles de Guasco y de Copiapó podrían compararse a islas estrechas separadas del resto de Chile por desiertos de rocas en lugar de agua salada.” “Bajamos al valle, y el 22 llegamos a Copiapó. En su parte inferior se ensancha el valle y forma una hermosa explanada que se parece a la de Quillota. Su población ocupa considerable extensión de terreno, porque cada casa está rodeada de un jardín; a pesar de lo cual es un pueblo muy desagradable. Todo el mundo parece tener por único objeto ganar dinero y marcharse lo más pronto posible. Casi todos los habitantes se ocupan de minas y minerales. Los objetos de primera necesidad son muy caros; lo que se explica, porque la villa está situada a 18 leguas del puerto y los transportes por tierra son muy costosos.” 29 de junio.-“ Con mucho gusto bajamos al valle a nuestro vivac de la noche anterior, y luego a la fuente del Agua amarga. El día 1.0 de julio volvemos al valle de Copiapó. El perfume de los henos y tréboles me parece delicioso después de la atmósfera tan seca del despoblado. Durante mi estancia en la población me hablan muchas personas de una colina próxima a la cual llaman El Bramador o la colina rugiente. En esta ocasión no presté interés a lo que me contaron; pero según pude comprender esa colina está cubierta de arena y no se produce el ruido sino cuando, al subir por ella, se mueve la arena. Seetzen y Ehrenber atribuyen a las mismas circunstancias los ruidos que muchos viajeros han oído en el monte Sinaí, cerca del mar Rojo.” “Tres días después de mi vuelta sé que el Beagle ha llegado al puerto, y se encuentra a 18 leguas de este pueblo. Hay muy pocas tierras cultivadas en la parte inferior del valle; apenas se encuentra una hierba basta que casi no pueden comer ni los borricos. Esta pobreza de vegetación se debe a la cantidad de materias salinas de que está impregnado el suelo. El puerto consiste en una reunión de chozas miserables, situadas en medio de una llanura estéril.” “Se ven en la playa grandes montones de mercancías y reina cierta actividad en esta aldea miserable. Por la tarde me despido de mi acompañante Mariano González, con quien tan gran parte de Chile he recorrido, y a la mañana siguiente se hace a la vela el Beagle para Iquique.”
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